Guatemala: entre la impunidad y el feminicidio

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La mesa redonda “Feminicidio y conflictos armados: verdad, justicia y reparación contra la impunidad” celebrada ayer en La Casa Encendida ha cerrado las jornadas que desde el lunes han estado dedicadas a tratar desde una perspectiva interdisciplinaria el feminicidio en Guatemala.

 

Texto: Noemí García Cabezas / Edición: Graciela Atencio / Vídeo: Francisco Gatica / Fotografías: Francisco Gatica y Asociación Mujeres de Guatemala / Producción y Cobertura: Elena Laporta y Charo Marcos 

 

Antes de entrar a la última sesión del curso, en la que el ponente era el Fiscal Carlos Castresana, hemos tenido la oportunidad de hablar con Mercedes Hernández, presidenta de la Asociación de Mujeres de Guatemala y coordinadora del evento.

DENUNCIA INTERNACIONAL DEL FEMINICIDIO

“Decidí convertir nuestra lucha de vida en la denuncia internacional de las personas que perpetraron delitos contra las mujeres en Guatemala durante los años de la guerra”. Con su trabajo al frente de esta asociación intenta “generar una corriente de opinión y visibilizar que estos delitos por razones de género han permanecido en el olvido y siguen en la impunidad”.

La Asociación Mujeres de Guatemala denuncia que los delitos por razones de género tienen detrás una historia de un consumo que se realiza en una parte del mundo: “hay tráfico de muchos activos ilegales en el tercio rico del mundo que dejan atrás un camino de sangre, generalmente de mujeres, que están en esa línea de flotación y de conflicto armado por su condición de mujeres”.

Después de la conversación con Mercedes pudimos asistir a la última jornada del curso, en la que Carlos Castresana trató el tema de la verdad, la justicia y la reparación a nivel internacional, centrándolo en la situación guatemalteca. Castresana es Fiscal del Tribunal Supremo de España. Fue Jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CIGIG) desde 2007 a 2010, entre otros cargos internacionales, lo que le hace gran conocedor de la realidad guatemalteca en cuanto a la impunidad judicial que se da en el país centroamericano.

“NI EN GUATEMALA NI EN ESPAÑA EL ESTADO HA REPARADO A LAS VÍCTIMAS”

Castresana comienza su ponencia haciendo una distinción fundamental: “no es lo mismo hacer la paz que construir la paz”, y el problema en Guatemala consistió en que no se dotó al país de instrumentos adecuados para construir esa paz. Según el Fiscal, la reforma constitucional falló por dos causas principales: “por la existencia de estructuras clandestinas y porque no se ahondó ni en las causas ni en las consecuencias del conflicto”, aseguró.

No olvidó Castresana señalar el racismo como una de las causas del conflicto armado que vivió Guatemala durante tres décadas, y que aún hoy vive el país: “el 70% de la población es maya, pero su representación pública es ínfima: no hay ministros mayas, ni jueces mayas, ni fiscales mayas…apenas cuatro o cinco diputados”. Y es que puede ser cierto aquello de que un país que olvida su historia está condenado a revivirla. “Actualmente mueren violentamente por año más del doble de personas de las que morían durante los años de la guerra”. Esto lleva a la conclusión, coincidiendo con lo que ya decía Rita Laura Segato en la entrevista del pasado lunes, de que existen ahora guerras no formales tal como lo entienden las Convenciones Internacionales, pero guerras al fin y al cabo.

Al hilo de la teoría de Segato sobre el femigenocidio, Castresana afirmó que “no sería difícil tipificarlo internacionalmente”; sin embargo el problema sería demostrar que realmente existen delitos de género con perspectiva de destrucción del grupo, que es lo que diferencia el genocidio de otros crímenes (actualmente el genocidio se contempla como eliminación de grupo por motivos nacionales, étnicos, raciales, religioso y por discapacidad). Así mismo, “sí se podría contemplar como crimen contra la humanidad, aunque debería considerarse por ataque generalizado o sistemático (por parte del Estado u otra organización)”.

Al referirse a la impunidad de estos crímenes que se dieron durante el conflicto armado y que aún hoy siguen dándose, Castresana cree que es un problema de aplicación: “hay normas pero no se aplican, el problema es la falta de respuesta del Estado”.

Al finalizar su ponencia, Carlos Castresana no quiso dejar pasar la oportunidad de hacer un paralelismo entre la situación que se vive en Guatemala y la que ocurre en España. Ante las resoluciones de la ONU en 1985, 1997 y 2006 en España “no se hizo nada por reparar la memoria de las víctimas”, algo que a su entender sigue ocurriendo a día de hoy, cuando este tema está aún más de actualidad por el juicio a su amigo y compañero Baltasar Garzón por investigar crímenes del franquismo. “¿Por qué el gobierno de Felipe González no hizo nada? ¿Y lo más grave: por qué Bruselas no dijo nada a las puertas de entrada a la Unión Europea?”. Existe impunidad en Guatemala, pero también en España: “Los Estados deben garantizar verdad, justicia, reparación y no repetición”.

Castresana cierra su ponencia dando una cifra que deja casi mudo al aforo: “México: 50.000 muertos durante el mandato de Felipe Calderón. Sólo 22 condenas. 99,99% de impunidad”.

Después del turno de Castresana, las puertas del auditorio de La Casa Encendida se abren para el público general. Es hora de la mesa redonda, y la acogida es inmejorable: el auditorio está lleno de gente, joven en su mayoría. Como siempre, pocos hombres: “pocos pero solidarios”, comenta Castresana.

“DETRÁS DE LOS ESCUADRONES DE LA MUERTE ESTÁN ACTORES ESTATALES”

La primera en participar en la mesa redonda “Feminicidio y conflictos armados: verdad, justicia y reparación contra la impunidad” fue Victoria Sanford. Victoria es Doctora en Antropología por la Universidad de Stanford y directora del Centro de Derechos Humanos y Estudios de Paz de Lehman College (Nueva York). Sanford documentó testimonios de mujeres guatemaltecas, conoce el problema en primera persona.

Con marcado acento americano Victoria Sanford adentró al auditorio en el problema de la seguridad en Guatemala, prestando especial atención a la existencia de las pandillas o maras, para lo cual mostró fotografías y leyó testimonios sobre persecuciones. Pero no olvidó la existencia de otras fuerzas que actúan extrajudicialmente: “el aumento de la violencia urbana y el crimen organizado han ocultado la existencia de escuadrones de la muerte protagonizados por actores estatales, en especial la PNC (Policía Nacional Civil)”.

Victoria Sanford habla sobre la ausencia del Estado frente a la respuesta al problema de la violencia, que ha provocado un aumento de la misma, y en la que la principal víctima es la sociedad civil y en especial las mujeres: “actualmente la tasa de homicidios de mujeres en Guatemala está al mismo nivel que en los años más sangrientos de la guerra”, concluye.

Tras la ponencia de Sanford le toca el turno a la guatemalteca Luz Méndez, presidenta del Consejo Asesor de la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas (UNAMG) y presidenta también de la Junta Directiva del International Center for Gender, Peace and Security (IC-GPS).

«LOS FEMINICIDIOS SON CRÍMENES DE ESTADO”

Méndez inicia su ponencia hablando sobre la Comisión de la Verdad de Guatemala de 1999, que estableció que “la violencia sexual contra las mujeres indígenas había sido practicada como arma de guerra, como componente de genocidio y como política contrainsurgente del Estado”. A partir de esta idea articula toda su reflexión, en la que nombre a Rita L. Segato y a su concepto de femigenocidio como gran aportación.

Méndez opina que “la desigualdad entre mujeres y hombres es la base sobre la que se sostiene la violencia contra las mujeres”. Y además a esta desigualdad de sexos se añade la desigualdad por raza: “el racismo contra indígenas atraviesa todas las clases sociales”, reconoce. El sistema patriarcal de la contrainsurgencia utilizó durante años mecanismos que pretendían la eliminación de la raza maya, para lo cual era necesario eliminar a las mujeres que traían al mundo “indios rebeldes”, dice Méndez parafraseando a Irma Alicia Velásquez Nimatuj. “Los cuerpos de las mujeres –dice Luz Méndez– fueron usados para lanzar mensajes de terror, tal como ocurre hoy con el feminicidio”. Todo ello le lleva a concluir que esos crímenes contra las mujeres durante los años de la guerra (pero también ahora) son crímenes de Estado: “lo son por acción o por omisión”.

Además del asesinato de mujeres se daba también, fruto de ese sistema patriarcal, violencia sexual y doméstica contra las mujeres: “el incesto y la violación conyugal estaban naturalizados”. Toda esta situación provocó una estigmatización social que visibilizó a las mujeres que habían sufrido estos crímenes como las culpables: “ellas solo quieren que se sepa qué les pasó, que se sepa que ellas no fueron las culpables. También quieren una reparación integral: que el Estado les pida perdón”. En Guatemala la impunidad de crímenes contra mujeres durante el conflicto armado es total, acaba Méndez.

Por último, para cerrar la mesa redonda, le tocó el turno de nuevo a Castresana, quien abundó en las teorías expuestas durante el curso acerca de la verdad, la justicia y la reparación. Según dijo Castresana, Guatemala es el país del mundo donde se asesinan a más mujeres, y donde los niveles de impunidad son mayores: “La impunidad tienen que ver con la complementariedad. Los Derechos Humanos exigen el compromiso de todos”, dijo haciendo un guiño al concepto de justicia universal defendido por Baltasar Garzón (Castresana fue autor de las denuncias originales interpuestas en 1996 en nombre de la Unión Progresista de Fiscales contra las Juntas Militares de Argentina y Chile, con las que se inició ante la Audiencia Nacional de España el Caso Pinochet).

De nuevo estableció paralelismo entre la situación de Guatemala y la de España en cuanto a la reparación: “A los desaparecidos los debe buscar el Estado, no sus familiares con subvenciones”, apuntó, lo que provocó algún que otro tímido aplauso entre el público.

RESUMEN DE PONENCIAS DURANTE EL CURSO

Además de las intervenciones en la mesa redonda abierta al público, hemos querido poner un pequeño extracto de las ponencias que pudieron escucharse durante los días que duró el curso.

ROSA COBO

La conferencia de Rosa Cobo tuvo como objetivo principal ofrecer una metaexplicación sobre la violencia contra las mujeres. Planteó que nos encontramos ante un escenario histórico nuevo, marcado por una fortísima reacción patriarcal y neoliberal que ha generado nuevas formas de violencia contra las mujeres.

“El contrato social y el sexual están en crisis”, afirmó, lo que ha generado nuevas violencias que tienen una finalidad instrumental: pretenden que las mujeres regresen a los espacios que el patriarcado les asignó. Si éste estuvo aletargado en los años 80, el afianzamiento de los derechos de las mujeres en las dos últimas décadas ha hecho que recupere su fuerza.

A su juicio existe una relación estrecha entre la emancipación que han ido ganado las mujeres y las respuestas patriarcales y misóginas. Y todo ello a pesar de que esa emancipación ni siquiera es tan intensa como debería.

Frente a estas actitudes, la violencia debe tratarse en términos feministas. Pero en todo caso, finalizó Cobo, “debe ser entendida en sentido amplio y no restringirla a la violencia física y psíquica, sino también a la económica y a la cultural”.

RITA LAURA SEGATO

La antropóloga Rita Laura Segato participó en el curso el primer día de su celebración. En una sesión dialogada, al entender que el feminicidio es una reflexión en curso, comenzó hablando de su experiencia en Ciudad Juárez, donde continuó sus estudios sobre género y violencia iniciados en Brasilia.

Sobre los crímenes de Ciudad Juárez, Segato cree que «son ininteligibles, lo que juega a favor de la impunidad”. Para ella Ciudad Juárez es la expresión más clara del crimen sexual: la sexualidad es utilizada como un arma de agresión y de tortura: “y lo peor de todo, la impunidad es un elemento intrínseco”.

Para la antropóloga argentina estos asesinatos son crímenes de Estado, donde la impunidad no es sólo causa sino también consecuencia. Existe un pacto de silencio entre los perpetradores y una enorme capacidad de control jurisdiccional. Aparecen así nuevas formas de guerra y un Segundo Estado que administra la riqueza con sus propios códigos de violencia no legales. Mediante el cuerpo de las mujeres se lanzan mensajes.

Otros temas que abordó Segato en su ponencia fue la cultura patriarcal, el tema del uso de diferentes términos para abordar el mismo problema (hizo especial mención al término femigenocidio, acuñado por ella), la importancia de la tipificación y la necesidad de establecer protocolos de investigación policiales y judiciales, para lo que es totalmente necesario definir los distintos tipos de asesinatos que se producen.

VICTORIA SANFORD

Sanford comenzó su ponencia en el curso hablando de la masacre del Plan de Sánchez en 1982: cómo se desenvolvieron los hechos y cómo fue la exhumación de los cuerpos en 1994. En dicha masacre 264 personas fueron asesinadas. “En un país de 8 millones de habitantes en el periodo de la guerra murieron o desaparecieron 200.000 personas, de las cuales el 17% eran ladinos y el 83% mayas”, concluye en su introducción.

Victoria contó a las asistentes al curso su experiencia en primera persona sobre los testimonios que demostraban la impunidad de estos crímenes, y que aún hoy se producen (contó el caso de Claudina Isabel Velázquez, estudiante de derecho cuyo asesinato se pasó por alto por calzar sandalias y llevar un pendiente en el ombligo; parecía prostituta, dijeron). “En Guatemala el 40% de los casos de violencia se archivan, sólo el 2% de los crímenes tienen una consecuencia penal”.

Sanford continuó hablando sobre la necesidad de protocolos de investigación de los que ya había hablado Segato el día anterior.

Sanford acabó su ponencia reflexionando sobre la nomenclatura del término feminicidio, que cree más amplio que femicidio, ya que el primero incluiría los asesinatos en contextos en los que el Estado no da respuesta ni sanciona los asesinatos de mujeres.

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