“Si educamos a la sociedad, podemos acabar con la trata”

isabel de ocampo
Nos citamos en la cafetería del cine Doré, un espacio que conserva la magia de aquellos lugares habitados por quienes somos amantes de algo que nunca abandonaremos. Se es cinéfilo para siempre y si eres cinéfila y vives en Madrid, irás toda tu vida al cine Doré. Entre mesas blancas de mármol y café con leche a media tarde, Isabel de Ocampo se entregó apasionadamente a una charla sobre cine, feminismo, prostitución y trata

Por Graciela Atencio

España, Madrid – Nos citamos en la cafetería del cine Doré, un espacio que conserva la magia de aquellos lugares habitados por quienes somos amantes de algo que nunca abandonaremos. Se es cinéfilo para siempre y si eres cinéfila y vives en Madrid, irás toda tu vida al cine Doré. Entre mesas blancas de mármol y café con leche a media tarde, Isabel de Ocampo se entregó apasionadamente a una charla sobre cine, feminismo, prostitución y trata. Tiene las cosas muy claras en su cabeza y esa claridad fue quizá uno de los motivos que la llevaron a realizar una película, Evelyn, que acaba de ser nominada a los premios Goya 2013, en la categoría de director(a) novel, un reconocimiento que ya obtuvo en el 2008 con Miente, cuando recibió el Goya al mejor cortometraje de ficción.

Evelyn resulta una película imprescindible de ver si quieres conocer cómo funciona el entramado de la trata con fines de explotación sexual en España. La historia podría ajustarse, con matices, a la dramática realidad que viven millones de mujeres que son atrapadas por mafias y proxenetas en muchos países del planeta. La veracidad de su factura, sus personajes y una historia bien narrada cinematográficamente nos hacen reflexionar sobre una de las formas de esclavitud de la era actual. Cuando le pedimos a Isabel de Ocampo que participara en una charla con su público y un debate sobre la prostitución, posterior al visionado de su filme, accedió inmediatamente, con una actitud digna de aquellas personas comprometidas con lo que hacen. Esta tarde es el encuentro, en el Matadero de Madrid. Dedicamos esta entrevista a aquellas y aquellos lectores que no pueden acercarse a ver la película con nosotras. Valen la pena conocer a Isabel y ver su película en alguna otra oportunidad.

– ¿Por qué eres cineasta?

– Creo que una (medio) nace con una necesidad de expresar cosas…Me ha tocado vivir en el siglo XX y en el XXI y la forma de expresión más completa que hay ahora es el cine. De pequeñita quería ser escritora, no sabía que existía el cine. Empecé a ver las películas y a vivir la manipulación emocional que tiene el cine y cómo a través de esa manipulación se puede llegar a las ideas…para mí eso fue una especie de milagro. Te pongo un ejemplo concreto: recuerdo que cuando vi La naranja mecánica, la película empieza con la violación a una mujer, que para mí es lo más terrorífico que puedo ver o imaginar… en la segunda mitad de la película yo podía sentir empatía con esa misma persona que había cometido la violación. Me provocó un terror infinito entender la manera en que el cine puede manipular las ideas. Me quedé fascinada con ese medio de expresión que a través de las emociones te puede hacer reflexionar. Desde los 14 años tuve claro que quería ser cineasta.

– Leí que no estudiaste cine originalmente.

– ¡Sí que estudié cine! Empecé a trabajar en la radio que era lo más cercano al cine que había en mi ciudad, Salamanca y organicé un plan para llegar al cine. Luego me vine aquí a estudiar Ciencias de la Imagen, que ahora se llama Comunicación Audiovisual. Iba trabajando y estudiando hasta que finalmente entré en la Escuela de Cine, la ECAM (Escuela de Cine de Madrid), pero tuve mala suerte y después de dos años me echaron (risas).

Pareces contenta de que te hayan echado.

– ¡Yo estoy tan contenta…! De los fracasos hay que estar tan orgullosa como de los éxitos. Mitad era responsabilidad mía y mitad de la organización. En aquella época podían llegar seis alumnos al tercer curso porque sólo había dinero para seis cortos y a los demás los echaban. Claro, aprendes mucho de un palo así en la vida.

– ¿Eso te motivó más?

– Por supuesto, en la vida tú no puedes dejarte llevar por lo que los demás decidan.

– ¿Influyó el hecho de que fueras mujer que te echaran de la escuela de cine?

-¡No! Había otras tres chicas y sólo me echaron a mí. El machismo lo he experimentado en el mundo laboral que es donde lo experimentamos todas las mujeres. Tú naces en un país que es libre, democrático, que supuestamente tiene unos avances increíbles, ni de lejos piensas que puedes necesitar ser feminista, piensas que es un tema superado. Puedes hasta creer que las feministas tienen problemas, etc., etc. Pero luego entras en el mundo laboral y te das cuenta de cómo el machismo es muy amable, galante, paternalista, te libera de responsabilidades y en el fondo lo que hace es apartarte sin que tú te des cuenta. El machismo tiene mecanismos muy sutiles de los que te vas dando cuenta muy poco a poco, puede que ni siquiera te des cuenta y que lo interiorices… pues yo no lo interioricé. Me gusta analizarlo todo, en ese entonces me di cuenta de que se me estaba apartando de responsabilidades. También descubrí que ante igual trabajo, las mujeres cobrábamos un 30 por ciento menos y eso ya fue definitivo. La brecha salarial fue algo que a mí me llegó mucho. Por aquella época que trabajaba en la radio, recuerdo que expulsaron a una chica que estaba embarazada. Fue a principios de los noventa.

– Por lo que cuentas pareces feminista…

– Soy feminista a mí aire. Soy de la Quinta Ola, que es una ola que me he inventado. Hay muchos tipos de feministas, tú dime qué tipo de feminista eres y te diré si lo soy también porque yo me encuentro con gente feminista con la que no estoy de acuerdo. Con esto de la prostitución he oído cosas con las que no coincido para nada.

– ¿Por ejemplo?

– El reproche de que las que ejercen la prostitución están echando por tierra el trabajo de emancipación de las mujeres. No admito que culpabilicen a las mujeres por dedicarse a la prostitución. A la que decide ser prostituta, por los motivos que sea, nadie tiene el derecho de juzgarla. Si eres feminista de salón, desde tu casa, tu posición, con tu sueldo garantizado, no puedes ni de lejos juzgar la situación de una mujer que debe sacar a su familia adelante y lo único que tiene es su cuerpo. ¿Quién eres tú para meterte con ella? Y si esas mujeres estuvieran echando atrás la lucha de las mujeres, habrá que parar y esperarlas. La lucha tendrá que avanzar lentamente. No se puede desde la riqueza de los países del primer mundo exigir…las ideologías aparecen en la mesa cuando hemos comido pero mientras los estómagos del mundo no estén llenos, aquí no se puede juzgar nada. Y por pensar así he tenido choques con algunas feministas. Insisto, soy feminista pero a mi aire.

– ¿Cuál es tu posicionamiento con relación a la prostitución?

– Empecé siendo favorable a la regulación o legalización de la prostitución. Si eras contraria a esta idea, te tachaban de conservadora o de reprimida sexual. A medida que fui investigando el tema (lo he hecho en profundidad y no sólo por la película Evelyn, antes había hecho un corto sobre el mismo tema, Miente), fui cambiando de idea. Durante un tiempo me senté en una mesa con personas que estaban ligadas en primer plano con la prostitución y eso influyó en el cambio. Una de las cosas más difíciles en la vida es cambiar de opinión, darte cuenta de que estabas equivocada. El poder económico ha conseguido convencernos a las mujeres de que estábamos equivocadas, de que la prostitución forma parte de nuestro derecho y de nuestra liberación sexual; esta creo que es una de las perversiones ideológicas más profundas que hemos vivido las mujeres en la historia.

Y entiendo por qué genera confusión y conflicto en las mujeres. Hay muchísimos intereses económicos que pugnan para que esta confusión se mantenga. Da tantísimo dinero a mucha gente: es mucho más fácil convencer a las prostitutas de que es mejor hacerlo y de que les da libertad. Pero cuidado, eso es mentira. Ninguna mujer es libre una vez que entra en la prostitución. Por lo que he investigado, incluso las mujeres que empiezan a prostituirse por voluntad propia, comienzan por una anomalía en sus vidas, o bien de índole económica o bien por un abuso sexual en la infancia o por un problema personal. Cuando Paula Vip dice: “mi trabajo es super divertido” y a continuación añade: “…pero yo he entrado en la prostitución por un problema económico muy fuerte”, hago dos reflexiones. Primero, lo hace por necesidad y nadie está calificado moralmente para juzgarla. Y segundo, ¿tú te imaginas a Ruiz-Mateos entrando en la prostitución para hacer frente a todas las deudas de su empresa como lo ha hecho Paula Vip?

– No, los hombres están en una posición de supremacía social…

– Claro y con esto quiero decir que respeto todas las posturas y respeto a Paula Vip y a las mujeres prostitutas que defienden la legalización de la prostitución aunque desconfío de esa máscara que usan para defender lo que hacen, porque sé que es una máscara que se colocan por necesidad.

– ¿Cuál sería la solución? ¿La abolición de la prostitución sin pasar por la prohibición?

– Mira, en este proceso de investigación que hice previamente a mi película, me senté a entrevistar a proxenetas y ellos me lo decían: “el dinero está por encima de las personas y si para ello tengo que considerar a una mujer un producto o ganado, pues lo hago. Y lo trato bien porque es mi mercancía. Yo a la mercancía no la daño ni la estropeo porque vivo de ella”.

– Según tu investigación y lo que cuentas, entonces: ¿no todos los proxenetas tratan mal a las prostitutas?

– No, no, para nada. Los empresarios de la prostitución tratan muy bien a las prostitutas, bueno, algunos. Depende de las nacionalidades de ellos. Mi película ha hecho una amalgama de toda la problemática. Hay momentos, como ahora, que una crisis arrastra a las mujeres a necesitar de la prostitución, entonces los empresarios no tienen que traer a las mujeres de fuera porque las propias españolas estamos volviendo a la prostitución empujadas por la crisis económica. Cuando ha habido en España bienestar económico, cuando las españolas abandonaron los prostíbulos, los empresarios tuvieron que irse a buscar a las mujeres pobres de otros países. Todo depende de la época histórica y el lugar que les toque vivir a las mujeres que se prostituyen o que son víctimas de mafias y también depende de los países de origen de esas mafias. Por ejemplo, en las mafias rusas y de Europa del Este, la violencia se ejerce contra las mujeres de forma muy clara. Con las mujeres originarias de Latinoamérica, según el testimonio de un proxeneta: “no hace falta utilizar la violencia con ellas, las colombianas, por ejemplo, tienen el referente de Pablo Escobar, a la mínima amenaza que haga, ellas me obedecen”. Y las amenazas no son directas, del tipo: “te voy a matar”, sino sutiles, del tipo: “¿qué tal está tu abuelita?”. La mujer sabe que el proxeneta conoce y puede hacerle daño a su abuelita y que esa forma de coacción es difícil de demostrar ante un juez. Estamos hablando de una manipulación elaborada.

– ¿Funcionan como auténticos profesionales de la mafia?

– Sí, los empresarios de la prostitución en España se sientan delante de los despachos de los jefes de policía y dicen: “yo no quiero saltarme la ley, infórmeme usted dónde está la línea”.

– ¿Se establecen sociedades implícitas entre policías y proxenetas?

– Eso lo dices tú. No es lo que estoy diciendo…A veces hay problemas de corrupción policial pero no siempre es así. Es cierto que esa situación es lo que permite que siga existiendo la trata, entre otras cosas, pero no es el único problema.

– Entonces, con más razón, lo que dices sirve para argumentar que el único camino posible es la abolición de la prostitución.

– La abolición encaja en Suecia porque es un país muy pequeñito y los suecos cuando quieren consumir prostitución se van fuera. Para poder instaurar en España el abolicionismo como en Suecia, tiene que ir precedido de una campaña de educación de muchos años.

– Y un acuerdo social en el que la mayoría de la ciudadanía esté de acuerdo con dicha medida.

– Por supuesto, en el momento en el que se utiliza la prostitución como arma política, no hay posibilidad de que se solucione el tema.

– ¿Y qué opinas del cierre de prostíbulos, de perseguir y prohibir la explotación económica y el proxenetismo?

– Es una solución parcial, como podar un árbol y no ir a la raíz del asunto. En el momento en el que cierres los prostíbulos, la prostitución se va a ir a los pisos y eso es peor para las mujeres porque en los pisos no entran las ONGs. También sería una barrera para la Policía, que tendría que pedir permiso a la Justicia para entrar a propiedades privadas.

– Entonces: ¿legalizamos la prostitución?

– No, empezamos a educar a la sociedad, a desactivar todas las ideas que hay confusas al respecto. Empezamos a sensibilizar. En España, ahora mismo nos ponemos el cinturón de seguridad cuando entramos a nuestro coche y eso es porque llevamos más de una década con campañas viales educando a la gente. Las medidas punitivas tienen que llegar después de que le has explicado a la población por qué las vas a tomar.

– Pero la trata no se puede combatir sólo con educación.

– Sí, educando de arriba hacia abajo. Educando primero a los jueces y luego a los policías, a los abogados, a los políticos, a todas las personas que toman las decisiones. No puede ser que los jueces no conozcan estos mecanismos que tienen los mafiosos para dominar a las mujeres, que tengan delante a una mujer que se está contradiciendo en su relato y que no sepan por qué lo hace realmente, que es para proteger su vida y que su familia no corra peligro ya que si ella acusa al mafioso, agreden o atentan contra su familia en su país de origen. Lo que tiene que saber un juez es que esas mujeres sufren estrés postraumático. Los jueces deberían tener una visión integral del tema antes de emitir una sentencia. No es normal la tolerancia con la que se trata en España a los empresarios de la prostitución…

– Pero si no prohibimos, no legalizamos ni abolimos, ¿qué hacemos?

– Yo he trabajado en el diagnóstico del problema. Si tú me preguntas por las soluciones, te diría que no podría dar una solución. Mi reflexión no me ha llevado a eso. Soy experta en la diagnosis del problema y en el mapa. No hay una única solución. Lo que está claro es que la legalización ha fracasado en Alemania, en Holanda, en Australia. Funciona la abolición pero en una sociedad muy distinta a la nuestra. Y luego en Suecia llevan 90 años de democracia real. No se puede llegar e imponer el modelo sueco en España porque somos muy diferentes. Nosotros venimos de 40 años de represión sexual.

– En tu investigación, ¿has tratado y documentado a clientes de prostitución?

– Tuve contacto con pocos clientes y no fue muy agradable el resultado. Una gran parte de los defensores de la legalización son clientes que niegan el fenómeno terrible de la trata. Y ahora estamos en el punto en el que es irrefutable la existencia de esa forma de violencia contra las mujeres. La gente ya empieza a admitir que existe la trata y que la prostitución y la trata son problemas diferentes con orígenes diferentes.

– ¿Que tenemos que hacer las y los comunicadores para que la trata sea un tema de interés ante la opinión pública?

– Cambiar la perspectiva. Dejar de centrarnos en las pobrecitas víctimas, que de pobrecitas no tienen nada. Son mujeres poderosas y emprendedoras que han sido víctimas de un timo, nada más. Y empezar a analizar el mundo de los hombres y los clientes. Hay que empezar a poner el foco en los hombres. Yo creo que eso sería importante.

– ¿Y qué hacemos con los grandes periódicos como El Mundo, El País y el ABC que publican avisos de prostitución?

– Los grandes medios son conscientes de que lo que hacen está mal pero si no lo hacen no pueden financiar el papel de las versiones impresas de sus periódicos. La prostitución funciona y tiene aceptación social gracias a que la prensa no manifiesta su rechazo, en ese caso debería intervenir el Estado y prohibir los anuncios de prostitución.

¿Qué es lo que más te gusta de lo que hiciste hasta ahora en el mundo del cine?

– Ser Script, para mí ha sido un aprendizaje maravilloso. Ahora estoy dando clases de cine en una escuela y les enseño lo que hace la Script en una película y alucinan. La gente no sabe que la script tiene la caligrafía de la narración cinematográfica de la película como el o la directora. Es un trabajo precioso. En el cine te pegas unos madrugones de muerte, confieso que era feliz levantándome por las mañanas al comienzo del rodaje, asistiendo al milagro de la creación artística aunque no fuera yo quien dirigiera la película. El solo hecho de sentarme al lado del director y ver cómo se iba conformando la creación, las ideas, los actores, cómo un montón de personas ponen su talento a disposición de una idea y de una obra artística, para mí eso es la felicidad.

– ¿Qué directores y directoras de cine te marcaron y son una influencia para ti?

– Mi educación cinematográfica es muy ecléctica. Por ejemplo, empecé a sentir fascinación por Luis Buñuel mucho antes de ver sus pelis. Me leía sus libros y decía: “sus películas me van a gustar mucho”. Me quedé fascinada con su surrealismo, irreverencia y anarquía. He sido formada primero con el cine europeo y luego el cine americano. Aunque el cine europeo tiene un fallo, mejor dicho, una característica más que un fallo, las ideas están por encima de la forma de contar las ideas y ahí los americanos son mejores, dominan mejor el lenguaje audiovisual y la manipulación de las emociones. En el equilibrio está la virtud, tienes que coger una idea y trabajar mucho en que esa narración esté bien hilada y construida para ser capaz de atraparte y entretenerte. Yo cuando hice Evelyn quería que fuese ante todo una película que entretuviera, que no aburriera. Si tú te desvías de la historia que estás mostrando entonces fallas tú como narradora. Tenía una obsesión, atrapar al espectador. Si al mismo tiempo lograba hacerte pensar, yo iba a salir feliz. Y ya si te sensibilizas es el premio gordo de la lotería. Es precioso si logras con una película que la gente se replantee cosas. Alguien me dijo una vez: “¿Sabes? Desde que vi tu corto Miente, cuando paso por Montera veo a las putas de otra manera”. El cine te pone unas gafas para ver la realidad de otro modo. El cine te dice: “por un momento, préstame tu percepción que yo voy a hacerte ver la vida desde otro lugar”.

– De las cineastas mujeres, ¿quiénes te gustan?

– Ahora mismo estoy fascinada con Kathryn Bigelow, la directora de La noche más oscura. Sigo a directores y directoras hagan lo que hagan, por ejemplo Ken Loach, veo todas sus pelis. Siempre reconozco el cine de autor. Y de pelis hechas por mujeres, La teta asustada, de Claudia Llosa, es de lo que más me ha gustado últimamente. Me gustan mucho las directoras españolas, Iciar Bollain, Patricia Ferreira, Josefina Molina, Inés París…También me gustan las catalanas, Mar Coll, la directora de Tres días con la familia. Hace poco escribí un artículo de Cecilia Bartolomé, tiene un corto buenísimo, Margarita y el lobo.

– Hay quienes piensan que las mujeres estamos viviendo una revolución ininterrumpida desde hace un tiempo, que va tocando distintos ámbitos. ¿Crees que esa revolución llegó al cine? Las mujeres cada vez ganan más terreno, un ejemplo de estos días, en el Sundance Film Festival, la mitad de las películas que se presentan este año son dirigidas por mujeres.

– Como presidenta de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) te digo que estamos dando mucha guerra. Estamos luchando por ganar más espacios. Es nuestra responsabilidad histórica. A cada una le toca vivir su época, si hubiésemos vivido en los años 30, nos hubiese tocado luchar por el voto femenino. Ahora nos toca luchar para conseguir un empoderamiento real y no de boquilla. En materia de Igualdad hemos logrado el triunfo del sentido común pero no lo hemos desarrollado en la práctica. En el aspecto teórico hay determinadas batallas que se pueden dar por conseguidas pero hace falta modificar conductas. En el cine continúan los obstáculos y el techo de cristal, como en todos los demás ámbitos. Las mujeres estamos inmersas en una revolución que va a llevar siglos terminarla. Empezó hace tres siglos, no nos olvidemos que antes no éramos consideradas seres humanos y nos queda todavía unos siglos más por delante. Tal vez estamos en la mitad del camino.

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