Ana Carcedo Cabañas advierte de la necesidad de nuevas estrategias de prevención y erradicación del femicidio ante el aumento de la trata y las maras en Centroamérica.
Clara Urbano
Ana Carcedo Cabañas deja atrás España en 1975 y desde entonces reside en Costa Rica. En 1988, junto con otras compañeras de CEFEMINA (Centro Feminista de Información y Acción), inicia el programa pionero en la región Mujer No Estás Sola, que basa su trabajo en grupos de autoyuda para mujeres maltratadas. El grupo también ha participado en la elaboración de la Ley de Penalización de la Violencia Contra las Mujeres de Costa Rica, aprobada en 2007, la primera en el mundo en penalizar el femicidio.
Ella se autodefine como “activista feminista”; y es miembro de la Red Feminista Contra la Violencia Hacia las Mujeres y de Feministas en Resistencia Contra el Golpe en Honduras. A principios de año Feminicidio.net la entrevistó en un encuentro online.
América Latina asiste a día de hoy a su propia militarización y a una creciente carrera armamentística en la zona, ¿cómo afectan ambas al feminicidio-femicidio y a la vida de las mujeres?
El efecto de la militarización sobre las vidas de las mujeres en América Latina y en gran parte del mundo es inmediato. Un ejemplo es el golpe de estado en Honduras contra el presidente Manuel Zelaya (junio, 2009), que disparó las cifras de femicidio en el país a posiciones que lo situaría por delante de toda Latinomérica. A esto se suma la lógica global de meterle miedo a la gente, hacernos creer que la única forma de defenderse es o aumentando la represión (y privatizándola) y/o teniendo un arma en tu casa.
Además, hay un ocultamiento de femicidios cometidos por las clases altas, entre ellas el ejército. Esto se suma a otro elemento que es la corrupción, que termina por vincular a unos grupos con otros y que terminan protegiéndose entre sí.
De esta manera cuando hablamos de militarización se trata, no sólo del ejército, sino también de cuerpos de seguridad nacional y privada. Es por eso que resulta tan importante visibilizar y denunciar, porque si no la escalada de femicidios será vertiginosa, como ocurrió en Guatemala hace un par de años.
FACTORES IMPUTABLES
¿Qué otros factores participan en el aumento del femicidio en Centroamérica?
La aparición recurrente de nuevos escenarios: las maras(1)y la trata, entornos donde la tenencia de armas esta normalizada, por lo que cada vez hay más femicidios perpetrados con arma de fuego.
Otro de los factores es la impunidad con la que se mueven los agresores. Cuando un femicidio solo te cuesta 3 años de cárcel, e incluso te pueden reducir la pena por buen comportamiento, pues te sale barato.
Pero no solo podemos apuntar a la impunidad, también al clima existente en la sociedad de tolerancia ante la violencia contra las mujeres de las lógicas neoliberales.
Desde tu experiencia tanto en trabajo de campo contra la violencia contra las mujeres, así como de tu labor de reflexión teórica, ¿cuáles son los aspectos que caracterizan el femicidio centroamericano?
La región centroamericana tiene una particular situación geoestratégica que la convierte en embudo para el tráfico de armas, de personas así como para la trata. Las compañeras que hicimos la investigación de Femicidio en Centroamérica argumentamos que es una región que pasó muchos años convulsionada por un conflicto armado muy fuerte y que apenas saliendo se nos impone a mucha velocidad la lógica neoliberal que convierte en negocio y en mercancía todo.
A esto se suma la no preparación que tenemos las mujeres en cuanto a los riesgos que corremos en los diferentes escenarios. No somos conscientes de lo peligroso que es el momento de la separación, por ejemplo. Las mujeres apenas estamos creando esta cultura de traspasarnos conocimientos y experiencias sobre los riesgos que corremos fuera y dentro de las relaciones de pareja.
SI, ES POSIBLE CAMBIAR EL STATU QUO
Ante esta ausencia del estado de derecho y la presencia cotidiana de la corrupción, ¿cómo crees que podemos hacer desde la ciudadanía para exigir a los gobiernos que protejan las vidas de las mujeres?
Está difícil, pero yo creo que sí que podemos cambiar cosas. Ellos precisamente lo que quieren es que nos mantengamos pensando que no se puede.
Pero de boca de una jueza en Guatemala te daré un ejemplo de que sí es posible. El típico caso de femicidio que hubiera quedado en la impunidad: una chica muy joven aparece muerta y, por el tipo de muerte y los rastros en su cuerpo, parece haber sido en un ritual. No se sabía más. Investigaron y descubrieron, a pesar de que aparentemente en las maras todos se tapan entre ellos, que el jefe de una de las clicas (de los grupos de mara de barrio) había convocado a su grupo a un ritual donde agarraron a una chica que pasaba por la calle, la muerta en cuestión.
Pero lo más interesante es lo que sucedió a la hora de aplicar la ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra las mujeres de Guatemala, donde se habla de femicidio cuando hay “una relación de poder sobre la mujer”. La defensa argumentó que el caso no era un femicidio al no conocer nadie a la chica asesinada y por tanto no existir una relación de poder. Pues bien, la jueza argumentó que la relación de poder no es individual sino social. No era una jueza feminista, sino que estaba preocupada.
Y si lo miramos históricamente, hace 30 años cuando empezamos a organizarnos contra la violencia de pareja, también lo veíamos difícil, no había leyes, no sabíamos cómo, también nos parecía imposible. Pero lo hicimos.
DELINEAR EL ÁMBITO LEGAL
¿Qué implica situar la violencia contra las mujeres como violación de los derechos humanos (DDHH) de las mujeres?
Exigir que los Estados no lleven a cabo códigos penales minimalistas y casi abolicionistas. Por minimalista que sea un código penal no puede eludir incluir la violación de derechos humanos. En cuanto a las violaciones de DDHH, en la mayoría de los países de Iberoamérica, la legislación internacional es supraconstitucional.
Por otra parte, estamos en un momento en que debemos hacer una revisión de la relación social y cultural. La política pública es un recurso, no el fin. Nosotras podemos tener más cosas. Tenemos que controlar, vigilar, pedir y exigir recursos a la política pública, pero tenemos que trabajar también en otra dirección, ¿qué tal si en vez de entregarles la calle la tomamos? Nosotras, la Red Feminista contra la Violencia contra las Mujeres, estamos en esto desde 2002, y ese va a ser el centro en la próxima década.
¿Cómo fue el proceso de aprobación de la Ley de Penalización de la Violencia Contra las Mujeres (Costa Rica, 2007), primera en recoger el femicidio?
Es una ley que siempre encontró mucha resistencia por parte de la clase política. En la asamblea legislativa estuvo desde principios de 2000 hasta 2007, fue cinco veces a consulta constitucional. La primera resistencia fue que cómo podía ser que fuera una ley sólo de violencia contra las mujeres, que no protegiera también a los hombres.
Nos cercenaron mucho la ley porque nosotras habíamos puesto el ámbito de aplicación como las relaciones de poder y confianza, retomando la convención Belem do Pará así como alguna ley costarricense, donde la relación de confianza es agravante en el delito. Pero el presidente de la Sala de lo Constitucional Luis Pulino Mora, que en España tiene fama de progresista, votó en contra diciendo que ese ámbito de aplicación era vago y no se podía incluir. Así que al final la ley se aprueba con una propuesta de que el ámbito de aplicación sea matrimonio o unión de hecho con lo que nos cercenaron muchísimo al no incluir por ejemplo las exparejas o el resto de la familia.
Encontró diversos obstáculos, pero coincidió con el debate del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y el asesinato de cinco mujeres en cinco días. El escándalo nacional y la presión del movimiento hacen que la vicepresidenta del momento y presidenta actual, Laura Chinchilla, presione a la Asamblea Legislativa y se aprueba la ley.
Más tarde la boicotean recortando los artículos 22 y 25 referidos al maltrato psicológico y físico que suponían mas del 70 % de los casos interpuestos así como a través de la propia puesta en práctica de la ley, ya que tres cuartas partes de los propios fiscales y fiscalas hacían sobreseimiento definitivo, lo que nos deriva en la tendencia actual de privatización de la ley.
Hoy por hoy, hay aprobados otros dos artículos en lugar de los retirados, pero estos suponen un paso atrás ya que se basan en los daños causados y no en los actos del delito. Por nuestra parte, desde la Red iremos al Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer (CEDAW por sus siglas en inglés) y a la Corte Interamericana de DDHH por discriminación.
¿Cómo ves que la ley española se circunscriba a los casos de violencia en el espacio doméstico?
Es una lástima que toda esa energía quede circunscrita a tan pequeño ámbito. Al final no es sólo que te restringe el ámbito de aplicación sino que culturalmente termina asimilando la violencia contra las mujeres a la violencia intrafamiliar, pero además como es violencia intrafamiliar no se sabe cuál es el bien jurídico tutelado, el derecho humano protegido: los hombres, las mujeres, los niños, las niñas…
Por otra parte, ¿ustedes entonces qué contabilizan como femicidio? ¿sólo las de pareja? Así sí que se pueden obtener los índices tan bajos de femicidio que tienen. En Costa Rica, femicidios de pareja creo ha habido 10 en este país el año pasado. Por otra parte, en España están ustedes preocupados con la trata, ¿dónde están ahí los asesinatos de las mujeres? ¡no aparecen!, ¿o se trata sólo de la abolición? La trata y las maras son los escenarios de mayor riesgo para las mujeres. Y ahí está el problema de separar trata, explotación sexual y violencia de la pareja… ¿Dónde queda ahí la idea de que a las mujeres nos maltratan y nos matan por el hecho de ser mujeres?
EN BUSCA DE LA NORMA COMÚN
Finalmente, ¿ves posible tipificar a nivel internacional el Feminicidio?
Sí, Campo Algodonero abre la puerta. Y hay otras puertas también, por ejemplo considerar ciertos delitos contra las mujeres como delitos de lesa humanidad. Pero hay varias formas para que no tengan que llegar a la Corte Internacional. La gente de Amnistía nos comentaba que lo mas difícil de demostrar es el genocidio. Pero por mucho que digamos que el femicidio es una forma de genocidio contra las mujeres ni siquiera eso entra en la lógica del genocidio. Porque la mayoría de los hombres no salen a cazar mujeres. Pero, por ejemplo, muchos de los femicidios ocurren con una desaparición y una tortura previa, y estos son ambos delitos que se podrían bajar a legislación nacional.
Por último: Lecciones aprendidas, recomendaciones desde vosotras, del movimiento, después de todo este proceso.
¡Qué difícil! Como colectivo, hay que tener una conciencia muy clara de que los procesos no son lineales ni hay conquistas definitivas. Por eso que la Política Pública no se puede convertir en el objetivo. Las conquistas son siempre terrenos en disputa y la fuerza está en las organizaciones de mujeres, no en el Estado. Hay que tener claros nuestros principios: las relaciones de poder. Y preguntarse constantemente, ¿esto que hago aumenta o disminuye las relaciones de poder?
(1) Mara: f. El Salvador, Guatemala, honduras y México: Pandilla de muchachos. (Real Academia Española)