El 22 de mayo, en el marco del Congreso Comunicambio 2015 celebrado en la Universidad Jaume I, Castellón, Graciela Atencio habló sobre el duelo público por las víctimas del feminicidio. En Feminicidio.net. contamos para no olvidar y contamos públicamente para no olvidar públicamente.
Graciela Atencio / Diseño: Francisco Gatica
España, Madrid – Contar mujeres asesinadas, en rigor, es lo que hacemos en Feminicidio.net. Ya hace 25 siglos, Heródoto, el primer historiador de Occidente, contaba el número de muertos de las Guerras Médicas entre Grecia y Persia, y en el primer párrafo de Historiae, sus nueve libros de historia, advierte la razón de su escritura:
“(… ) para evitar que, con el tiempo, los hechos humanos queden en el olvido…”
Contamos para no olvidar. Y si contamos públicamente, contamos para no olvidar colectivamente.
Cada vez que un hombre mata a una mujer y comete un feminicidio en España, compartimos la noticia en Twitter y en Facebook. Lo simbólico enmascara un grito mudo, un latigazo en la percepción, una invitación a la toma de conciencia social: nuestros banners con fondo rojo-sangre y letras grandes, anuncian un nuevo caso en la suma de un fenómeno sistémico, global y subestimado por los medios masivos de comunicación, estos funcionan como el espejo de una sociedad que convive con el asesinato de mujeres por ser mujeres entre el negacionismo y la normalización, el espectáculo morboso y la desidia.
Desde que empezamos a contar los feminicidios y otros asesinatos de mujeres, de 2010 hasta finales de 2014 registramos 564 mujeres asesinadas en España.
Contarlas y enumerarlas, aceptar un orden cronológico inexorable; saber, aunque resulte insoportable, que luego habrá otra víctima, el número siguiente del sinsentido disfrazado de violencia masculina.
En el año 2014, según nuestro recuento hemerográfico fueron asesinadas 102 mujeres.
Contarlas y nombrarlas en tiempo y espacio. ¿Cómo sería un mes blanco, sin asesinatos de mujeres? No lo sabemos, desde que empezamos a registrar casos, ni un solo mes los hombres dejaron de matar mujeres. En España entre 9 y 10 mujeres fueron asesinadas a manos de hombres cada mes desde 2010.
Contarlas y colocarlas en una tragedia singularizada por el dolor de familiares y amigos, hijas e hijos, muchos de ellos niños confinados a padecer un duelo monstruoso que los marcará para toda la vida. Cuarenta y tres niñas y niños quedaron huérfanos por culpa del terrorismo machista en el 2014.
Contarlas y contabilizarlas. Esto último supone una operación compleja del periodismo de datos y por eso creamos una herramienta digital, Geofeminicidio, para poder hacer una cartografía de los distintos tipos de asesinatos de mujeres a manos de hombres que se cometen en España. La criminología feminista nos ha enseñado una cuestión importante: la criminología clásica y androcéntrica invisibiliza que la inmensa mayoría de todos los crímenes -entre el 90 y el 95 por ciento- son cometidos por hombres. Hombres que matan a otros hombres y a mujeres entronizan lo que en Feminicidio.net llamamos #ViolenciaPatriarcal (hashtag inspirado en la filósofa Celia Amorós). En este punto es necesario poner luz sobre un oscurantismo que no nos permitió diferenciar los asesinatos de mujeres por razones de género de otro tipo de asesinatos hasta el siglo pasado; el feminicidio ilumina el horror que padecen al menos un tercio de las mujeres en el mundo, alguna forma de violencia de género, y que en su extremo se convierte en una de las causas principales de muerte en mujeres de 14 a 44 años.
Nos matan por ser mujeres hasta en el último rincón de este planeta. “Disculpen las molestias, nos están asesinando”. “Ni una más”. “Ni una menos”. “El machismo mata”. “Paremos el feminicidio”. ¿Por qué ese eco de nuestra denuncia constante en las calles y en las redes sociales no ha calado profundamente en amplios sectores de la sociedad? Si estamos hablando del terrorismo cotidiano más letal, más letal que el yihadismo y que el terrorismo de ETA en España. Lo cierto es que la mitad de la humanidad sufre la amenaza constante por parte de algunos individuos de la otra mitad. Y la amenaza se cumple como un goteo incesante.
El feminicidio es un concepto pero también es una categoría. El concepto nos da herramientas interpretativas, nos sumerge en la teoría y el debate sobre el alcance de su significado, su abordaje desde distintos ámbitos o disciplinas como la sociología, derecho, antropología, criminología, periodismo. La categoría nos posibilita clasificar los tipos de feminicidio. No podemos meter todas las violencias en una misma bolsa ni dejar de tener en cuenta sus matices, particularidades y diferencias.
Partimos de una derrota cuando contamos los asesinatos de mujeres, la de la vida ante la violencia. La muerte violenta que lleva el nombre de feminicidio nos inquieta porque hace estallar los límites de la violencia de género. Los hombres matan a mujeres desde diversos roles y posiciones sociales: maridos, jefes, hermanos, extraños, padres, amigos, vecinos. Como sostenía anteriormente, en el patriarcado matar es una prerrogativa masculina. Voltear la mirada hacia la violencia masculina es lo que pide la teoría del feminicidio. Cuando en Feminicidio.net nos referimos en nuestra base de datos al perfil de los victimarios y de las víctimas, los definimos de acuerdo a una construcción social. Todos estos años de registro de casos nos han permitido observar que existe un estereotipo mediático de victimario y de víctima en las noticias. Ambos, víctima y victimario, están unidos por el asesinato, que sella el lugar de subordinación de las mujeres en el patriarcado (por cierto, su acepción etimológica del latín es: “persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio”).
También es trágico que la sensibilización sobre la violencia de género y el feminicidio en los medios de comunicación se limite a la cobertura informativa de los actos violentos y los crímenes que los hombres cometen contra las mujeres. Pareciera que las mujeres estamos atrapadas en esa construcción social de víctimas. Un cambio de mentalidad social y de paradigma, que pase de una cultura de la violencia y de la dominación masculina a una sociedad igualitaria y del buen trato, requiere la construcción de nuevos imaginarios y relatos.
El filósofo Walter Benjamín sostenía que en el siglo veinte desfallecía la narración. Con la aparición de los medios de comunicación, los relatos habían sido reemplazados por la información. Pero: ¿qué relatos se acababan?
Desde una perspectiva no androcéntrica quizás solo se acababa un tipo de relato.
En nuestra base de datos el feminicidio es un relato ausente de historias inacabadas de mujeres. A pesar de que te enteras por los periódicos, la radio, la televisión o Twitter sobre un nuevo feminicidio cometido, la información es transmitida, la mayoría de la veces, con una superficialidad hierática y últimamente se ha acrecentado un enfoque sensacionalista y morboso en este tipo de noticias.
¿Por qué es un relato ausente el feminicidio?
El asesinato de una mujer es el fragmento de una historia que contiene solo el final del relato. La información que recogemos de las noticias publicadas para la recolección de datos está concentrada en el acto de aniquilación de la vida. La atrocidad está en la forma de morir de esas mujeres, en las razones (de género y más allá) que tuvieron los hombres para cometer los asesinatos, pero también en la manera en cómo están representados estos crímenes en los medios de comunicación.
¿Cómo deconstruimos esa fantasmagórica información? Desentrañamos la arqueología del olvido a la que nos pretenden someter los medios de comunicación cuando le niegan el derecho a esas mujeres asesinadas a ser dueñas de su propia historia. Ellas, las “nadie” de la violencia patriarcal. Y por eso llamamos a Geofeminicidio, nuestra base de datos, la máquina de la memoria.
Por las noticias, apenas nos enteramos de las vidas truncadas de esas mujeres. En muchos casos (al menos un 20 por ciento de la base de datos) ni siquiera llegamos a conocer sus nombres…
En Feminicidio.net hacemos un montaje, unimos los retazos de esas historias, somos hiladoras de la resonancia que nos deja la tragedia cotidiana de la violencia patriarcal. Y si recolectamos toda la información posible que circula en los medios de comunicación sobre las mujeres asesinadas es porque nos resistimos a aceptar que esas víctimas sean “nadie”.
Como decía al comienzo, contamos para no olvidar y contamos públicamente para no olvidar colectivamente. Toda muerte violenta es una muerte pública. Esas mujeres asesinadas no solo merecen un duelo de familiares y otros seres queridos. También merecen un duelo público. Sin duelo público no hay memoria ni conciencia social. Sin duelo público, le cerramos la puerta a una meta humana, bien puede ser una utopía necesaria, la erradicación de la violencia patriarcal.
Ponencia en Congreso Comunicambio 2015, celebrado en la Universidad Jaume I, Castellón, Valencia, entre el 20 y el 22 de mayo.